Prólogo


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Prólogo


El aire era frío en aquella noche clara, iluminada por la luz de la luna creciente en un cielo
estrellado, sin embargo, el paisaje era algo más desolador que aquella bella visión que
regalaban los astros. El suelo estaba agrietado y había numerosos cráteres en él, los arboles
estaban partidos y carbonizados, como si un rayo les hubiese caído encima.


En medio de aquella lúgubre escena se encontraba una figura, tumbada en el suelo,
inconsciente que por sus ropas, blancas como aquella luna que lucia en el firmamento,
destacaba en la oscuridad de la noche. Lentamente el chico fue abriendo los ojos y recobrando
la consciencia. Tenia el pelo negro, largo y alborotado, que caía por detrás de su cabeza como
una cascada hasta los hombros y contrastaba fuertemente con su vestimenta, era alto y a
parte de aquella especie de túnica blanca que le llegaba un poco más abajo de la cintura,
llevaba también un cinturón de cuero sujetándola y unos pantalones también de un blanco
puro que brillaba en la noche, acabando en unas botas con filigranas metálicas.


Tenía un rostro joven y en sus ojos había un destello de color azul eléctrico, aquel muchacho
no parecía demasiado mayor, podría calcularse que rondaba alrededor de los 17 años de edad.
En su frente casi oculto totalmente por su pelo había un símbolo, una estrella de tres puntas
con una extraña letra en cada una.


Lentamente se fue dando cuenta de la situación en la que estaba, o más bien no sabia nada, no
sabia quien era, donde se encontraba, que hacia allí… Pero un pensamiento fugaz cruzó su
mente << Matar a…>> en ese momento todo le dio vueltas, consumido por el odio a esa
persona de la que no recordaba el nombre. ¿Quién era?, ¿Por qué no se acordaba de nada?,
¿Por qué su cabeza le decía que debía matar a alguien de quien ni siquiera conocía el nombre?
Aquellos pensamientos le levantaban dolor de cabeza, de modo que decidió levantarse e ir a
algún lugar, donde fuera, buscar un lugar donde guarecerse, o a alguien que le ayudase a
descubrir quien era.


Se levanto agarrando instintivamente algo metálico, alargado y frio; se dio cuenta de ello y
miro a ver que había agarrado. En su mano ahora se encontraba algo alargado que estaba
formado por dos barras metálicas que se entrelazaban la una con la otra formando una espiral
y que en lo alto se curvaban hacia atrás hasta acabar en una punta curvada muy afilada y
ancha. Conocía aquella arma sabia que era una guadaña y que le pertenecía, pero aun no sabía
como había llegado a sus manos… Se quedo un rato contemplando el suave brillo azul eléctrico
que desprendía la hoja y decidió levantarse al fin, colocarse aquella arma en su espalda y
dirigirse hacia donde le llevasen los pies.


Antes de irse echó un último vistazo a aquel paramo desolado y lúgubre, parecía que en un
momento anterior habría sido hermoso, lleno de vegetación y animales, pero ahora todo se
hallaba carbonizado, como si una violenta tormenta hubiese descargado su furia justo en aquel
lugar ¿habría sido él el causante de toda esa destrucción? Rápidamente apartó ese
pensamiento de su cabeza, y vio su situación por el lado bueno.

–Al menos estoy vivo– Dijo amargamente –necesitaré un nombre…–

Después de decir eso empezó a andar hacia la luna, hasta donde sus fuerzas le permitiesen
llegar. Se sentía lleno de energía y su ánimo empezó a crecer con la idea de explorar un mundo
que sentía que no era el suyo y vivir aventuras.




Escrito por: Sergio Iglesias Manibardo Todos los derechos reservados. Prohibida su distribución sin el consentimiento legal y por escrito del autor

2 comentarios:

  1. Acabo de conocer tu blog gracias a Ramen Para Dos, y por ahora me está encantando. Tengo curiosidad de qué pasará después :P

    (Sigo leyendo~)

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    1. Dios! muchas gracias eres el/la primero/a en comentar (no se si eres chico o chica) pero me mola mucho que comenten y tal y sacare el próximo capitulo tan pronto como sea posible

      Un saludo

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