La
prueba de los cinco
Pasaron los días y Socknier trabajaba con ganas y con una
energía que a Herna le parecía sorprendente.
– ¡Vaya chico! ¿Dónde has estado antes? – Le decía una y
otra vez cada vez que veía que los clientes se iban de la taberna muy satisfechos,
contagiados por el buen humor de Socknier.
Por otra parte Kytheris se había dedicado a estudiar los
libros y tratados de magia que encontraba en la biblioteca. Era un gran
edificio con varias cúpulas doradas que se volvían de un color anaranjado al
atardecer; dentro del edificio había una gran sala con montones de escaleras de
piedra por las pareces que permitían el acceso a las estanterías que recorrían
todas las pareces hasta casi tocar el techo. Flotando en medio de la sala había
un mapa estelar que flotaba por obra de la magia encima de la gran cantidad de
mesas que había.
Kytheris había aprendido muchos hechizos sobre todo de
curación y también había leído cosas sobre encantamiento de objetos, pero sobre
todo había investigado sobre lo que le ocurrió a Socknier aquella noche en el
bosque cuando fueron sorprendidos por el grupo de Nurgols. No halló nada. Le
daba rabia que Socknier estuviese trabajando por los dos, para que pudiesen
tener un sitio donde alojarse y también comprar algunas cosas que pudiesen
necesitar para cuando fuesen a dejar la ciudad. Había hablado con él en varias
ocasiones pero el siempre negaba con la cabeza,
le decía a Kytheris que no se preocupara y se dedicase a investigar
sobre magia o lo que quisiera.
Socknier se tiró en la cama, ya había anochecido cuando
acabó de trabajar y era bastante tarde, a pesar de que siempre él estaba lleno
de energía, pero ese día en concreto había sido agotador. Habían entrado como
tres docenas de aventureros que querían fiesta, el alcohol corría como el agua
en un río y tuvo que lidiar con varios de ellos que estuvieron a punto de
arrasar con media taberna, al final tuvo que echarlos a patadas.
Herna le
agradeció enormemente el haber defendido así su negocio y le dio el día
siguiente libre, y lo iba a aprovechar; tenia pensado pasarlo con Kytheris, que
desde que él estaba trabajando no tenia tiempo para estar con ella y hacía
varios días que no hablaban largo y tendido dado que cuando su jornada acababa
o bien la pillaba ya dormida o él mismo se quedaba dormido antes de que ella
llegase.
Al cabo de unos minutos entró Kytheris por la puerta.
–Hola– Le dijo simplemente dejando unos libros encima de la
mesa
–Vaya, pareces cansada ni que hubieses estado trabajando en
una taberna– Dijo Socknier bromeando, pero también se le notaba un poco
cansado.
Kytheris sonrió y se tiro en la cama al lado de Socknier.
– ¿Sabes que? Herna me ha dado el día de mañana libre– dijo
Socknier incorporándose.
Kytheris dio un respingo y por poco se cae de la cama
– ¿¡En serio!? ¡Que bien! – Dijo con una sorprendente
energía renovada– Vamos a pasar mañana el día juntos… porque si no…– Dijo
Kytheris a Socknier amenazándole con usarlo para practicar hechizos.
–Vale, si te pones así… tendré que pasar el día contigo, que
remedio…– Dijo tomándole el pelo
Se fueron a dormir para que así el día siguiente llegase
antes.
Cuando Kytheris despertó estaba saliendo el sol y fue a
preparar una pequeña mochila con cosas para su pequeña excursión. Le pidió algo
de comida a Herna y agua. Quería subir a lo alto de la roca enorme que salía
del mar a la que estaba anclada la ciudad, ver el paisaje y quizá quedarse a
dormir allí al raso con Socknier, pero sabía que no podía ser ya que Socknier
tenia que volver al trabajo al día siguiente.
Socknier despertó un rato después que Kytheris, esta vez no
la encontró dormida como de costumbre a su lado. Se vistió y bajo a desayunar.
Cuando llegó a la cocina encontró a Kytheris hablando animadamente con Herna,
que se callaron rápidamente y disimularon como si no pasase nada al ver a
Socknier.
–Buenos días– Dijo el rascándose el pelo.
–Vaya cara de muerto viviente traes chico– Le contestó
Herna– ¿Estuvisteis ocupados anoche?
Kytheris se sonrojó, en cambio Socknier no había entendido
el significado que daba el tono con el que dijo “ocupados”.
Socknier se sentó a acompañarlos pero Herna se levantó
enseguida para ir a preparar la taberna.
– ¿A donde vamos a ir? – Preguntó Socknier
–Vamos a subir a lo alto de la roca, quiero ver el paisaje
que hay desde allí arriba
– ¿¡Vamos a escalar esa roca tan grande!? – Dijo Socknier
asustado, si hubiese sido más pequeña no le habría importado escalar, pero era
gigantescamente alta, tan grande como una montaña. Era por eso a parte de la
magia lo que sujetaba a la ciudad que ya tenía más de trescientos años y aun
seguía ahí a pesar del fuerte oleaje.
–Que va– Dijo mientras daba un sorbo de su taza– Herna me ha
dicho que por el otro lado de la isla hay unas escaleras que van rodeando la
roca hasta arriba, aunque va a ser también muy cansado.
Socknier se empezó a temer que su día de descanso iba a ser
de todo menos de descanso.
Cuando el sol apenas había salido todavía, ya estaban en el
sitio donde Herna les había indicado que podían subir.
Allí no había más que una especie de portal de piedra con
símbolos arcanos grabados en el friso, pero no se veía ninguna senda ni nada
que se le pareciese.
– ¿Nos habrá tomado el pelo? – Pregunto Socknier mientras se
acercaba a aquella especie de construcción de roca.
De pronto cuando Socknier pasó por debajo aparecieron frente
a ellos una especie de escalones vaporosos que flotaban en el aire. Socknier
vacilo por un momento pero intento apoyar el pie en el primer escalón y posó su
pie en el con la misma estabilidad con la que se camina por tierra firme.
Lentamente empezaron a subir por aquellas escaleras que iban
apareciendo conforme avanzaban rodeando la roca. A Socknier cada vez le
parecían más normal ese tipo de cosas en aquella ciudad ya que había sido
construida por magos.
Tardaron bastante tiempo en llegar a la cima. Cuando
llegaron, el sol ya estaba en lo alto.
Allí arriba se podía ver toda la ciudad y como las olas
chocaban contra ella. Sin embargo la cima de aquella roca estaba coronada por
el enorme templo que vieron desde lejos. Aquella construcción parecía mucho más
antigua que los edificios de Dinkheron. Era un edificio maravilloso labrado en
roca que sin embargo no parecía la misma que la que se encontraba allí, las
partes altas del edificio estaban decoradas con tallas en la misma piedra del
edificio de hombres portando armaduras brillantes y grandes estandartes, y la
entrada estaba presidida por dos grandes estatuas de dragones con las alas
abiertas, uno a cada lado de esta.
–Es increible– Exclamó Kytheris– Que lastima que no
podamos ver el interior
– ¿No podemos?–
Preguntó Socknier.
– No, Herna me dijo que este templo lleva aquí muchísimo
tiempo, estaba aquí antes de que se construyera la ciudad pero jamás han
conseguido abrir la puerta. Es una piedra muy resistente, me dijo que la
intentaron tirar abajo hace tiempo mediante magia pero que no se sabe como los
conjuros se desvanecieron al chocar contra la puerta sin hacerle ningún
rasguño.
Socknier parecía un poco decepcionado, él también quería ver
que maravillas había dentro de aquel edificio. Se acercó un poco más a la
puerta para verla de cerca y vio que estaba decorada de una forma muy extraña.
Había un pequeño círculo en aquella gigantesca puerta del que partían numerosas
líneas que la recorrían entera.
Socknier instintivamente puso la mano en este circulo que al
contacto con su piel empezó a brillar y enseguida haces de luz empezaron a recorrer las líneas que
salían de él.
– ¿¡Qué has hecho!? – Exclamó Kytheris un tanto preocupada.
Antes de que Socknier pudiese articular palabra las puertas
ya se estaban abriendo mostrando un largo pasillo iluminado por cristales que
desprendían una suave luz verde y que estaban flotando a los lados.
Socknier y Kytheris se miraron un instante y movidos por la
curiosidad entraron y empezaron a avanzar por el pasillo. Era un poco oscuro a
pesar de los cristales que flotaban a un lado y a otro del corredor.
Recorrieron aquel pasillo durante varios minutos hasta que por fin desembocó en
una enorme sala. Las paredes y el suelo eran del mármol blanco más puro, aquí y
allí había columnas plateadas y todo estaba decorado con motivos florales. La
sala estaba muy iluminada pero no se veía rastro de ninguna fuente de luz y el techo estaba cerrado por lo que del
exterior no podía entrar.
– ¡Esto es increíble! ¿Cómo lo has hecho? – Exclamo Kytheris
muy agitada.
–No lo se solo puse la mano en la puerta y… bueno ya lo
vistes– Socknier un tanto confuso no sabia como explicarlo.
Siguieron recorriendo la enorme sala durante un rato
admirando la decoración hasta que Kytheris vio un pedestal con una esfera de
color azul helado en la que parecía que dentro nevaba. Hipnotizada por aquella
esfera fue caminando poco a poco hacia ella hasta que estuvo a su lado.
Socknier se volvió para avisar a la chica de que viese unos
relieves que él estaba admirando cuando
un tremendo golpe de viento le sacudió y vio a Kytheris tocando una esfera de
cristal de color azul.
– ¡Suéltala! – Le exclamo Socknier con miedo.
Tenia un mal presentimiento asique echó a correr hacia su
amiga para tratar de arrebatarle aquella esfera pero al momento ella
desapareció dejando tras de si unos cuantos copos de nieve que ahora mojaban el
suelo en donde ella había estado de pie momentos antes.
****
Mientras en el norte.
–Vaya Aletheia parece que alguien ha conseguido entrar en
uno de los templos ¿no te preocupa?
Aquella voz sonó en la cabeza de la mujer aunque a ella no
pareció importarle y habló en voz alta.
–No mi señor, es solo otro insecto que intenta aspirar a
más.
Aquella mujer era alta de piel blanca y vestía con un
vestido negro con símbolos rúnicos carmesí, aquellos símbolos mostraban que
ella era una poderosa hechicera.
–Debería preocuparte, ya sabes que un simple mortal no seria
capaz de abrir los templos… – Esta vez la voz sonó un tanto más amenazante.
–Lo tendré en cuenta– Dijo aquella mujer mientras seguía
mirando por un gran ventanal que mostraba un paisaje oscuro y deprimente a
penas sin vegetación cubierto de cenizas.
Kytheris despertó tirada en la nieve, todo le daba vueltas y
no sabía donde estaba. Hacia frío, intento conjurar una llama para calentarse,
pero sus poderes no respondieron…
–Venga… ¡venga!– se repetía una y otra vez intentando con
todas sus fuerzas invocar un fuego, pero no obtuvo nada.
Resignada decidió caminar en busca de refugio por aquel
paraje nevado mientras una ventisca la envolvía. Apenas veía y la nieve le
dificultaba la respiración. No recordaba que hacia allí solo recordaba una
intensa luz y después de eso encontrarse allí tirada. También sentía que
faltaba algo o alguien pero no conseguía recordarlo.
****
Socknier intentaba llegar una y otra vez a la esfera que se
había llevado a su amiga, pero cada vez que se acercaba la esfera brillaba y lo
lanzaba hacia atrás. Socknier iba a volver a cargar con todas sus fuerzas pero
escucho una voz detrás de él.
–Yo que tu desistiría, no se puede molestar a una aspirante
mientras se somete a la prueba.
Socknier miro a su espalda y vio a una figura de aspecto
humano, pero su cuerpo era vaporoso y casi transparente, flotaba varios palmos
sobre el suelo.
–Soy Ardul, guardián de este templo…
– ¡Me da igual quien seas! – Cortó Socknier – ¿Dónde te has
llevado a Kytheris?
–Tu amiga sigue aquí, en aquella esfera. Se esta sometiendo
a una de las cinco pruebas que la convertirán en una maga poderosa.
– ¿En que consisten esas pruebas? – Pregunto Socknier un
poco molesto.
– La naturaleza de las pruebas depende del mago en cuestión,
no puedes hacer nada por ella ahora, solo esperar que supere la prueba… o
perezca en el intento.
– ¿Quieres decir que puede morir?
–Es posible, aunque hace mucho tiempo que nadie se somete a
una prueba.
El espectro se fijó en la guadaña de Socknier y entorno sus
ojos, que solo eran dos luces de color blanco en unas cuencas vacías.
–Estas lejos de tu casa ¿verdad chico?
–No se de donde vengo pero no me importa, mi hogar ahora
está aquí
–Tu viaje no ha hecho más que comenzar chico, pero tu
llegada aquí no ha sido casualidad. Tengo un mensaje para ti Espíritu veloz.
–Mi nombre es Socknier– Dijo de mala manera
El espíritu no le hizo caso, se deshizo en el aire, apareció
frente a Socknier y le toco la frente con un dedo.
A Socknier le empezó a dar vueltas toda la sala hasta que la
habitación en la que estaba desapareció de su vista y se hallaba envuelto en
una oscuridad total. Delante de él empezaron a surgir una serie de símbolos
extraños pero lo que le pareció más
curioso es que los entendía a la perfección: <<Cementerio de fuego>>.
Kytheris seguía andando por aquella estepa sin fin y la
tormenta había empeorado. Siguió caminando a penas sin fuerzas cuando vio una
silueta delante, parecía una persona y quiso correr hacia ella cuando de
repente vio que algo de color violeta se iluminaba e instintivamente dio un
salto hacia un lado a tiempo de esquivar una llamarada violácea.
<<Magia negra>> Pensó Kytheris, mientras
temblaba de frío y miedo.
Odiaba la magia negra y le tenía un temor irracional. La
figura volvió a lanzarle otra llamarada y Kytheris empezó a correr, le rozó la
manga y se la chamusco un poco pero afortunadamente ella estaba ilesa. Aquella
persona que quería dañarla la perseguía por aquella ventisca lanzándole una y
otra vez bolas de fuego, Kytheris trato de contra atacar pero sus poderes no
acudieron a su llamada. No entendía por qué aquel ser quería dañarla pero
también sentía que era alguien conocido.
–Querida amiga hace
mucho que no me divierto déjame divertirme un rato contigo.
Aquella voz le pareció muy familiar a Kytheris, la tormenta
amainó un poco y pudo ver claramente a aquella figura. Era ella, estaba viendo
a una figura que era idéntica a ella, pero un poco distinta. Tenía la piel de
color ceniza y los ojos de un tono rojo brillante que le erizaban la piel a
Kytheris.
– ¿No me recuerdas?
¿Tan rápido te has olvidado de mí? Que pena con lo que nos divertimos aquella
noche.
– ¡Vete! Fuera de mi vida no quiero que estés cerca de mí –
grito Kytheris que echó a correr de nuevo.
–Criatura ingenua soy
parte de ti, si huyes de mi te perseguiré y no podrás esconderte, allá donde
vayas yo también estaré.
Kytheris encontró una pequeña cueva en la que pudo
refugiarse un momento y descansar. Estaba oscuro, aunque había unas extrañas
plantas que brillaban con color verde intenso que permitía ver algo. Kytheris
cogió una de estas plantas a fin de poder ver algo en la oscuridad y se dio
cuenta de que había pinturas en la caverna. Eran muy antiguas, en ellas se veía
como dos figuras, una blanca y otra negra luchaban, parecía una batalla intensa
en la que no había ningún vencedor hasta que en una de las pinturas se veía
como las dos figuras dejaban de pelear y se tendían la mano.
–Ella soy yo… es parte de mi– Dijo recordando lo que la
figura le dijo momentos antes –No, me niego a tener relación con ese ser.
– ¿Todavía no lo has
comprendido? Pobre criatura, morirá aquí sin saber que es lo que pasa
Kytheris se sobresaltó aquella voz había sonado muy cerca.
– ¡Déjate ver! – Grito Kytheris asustada agarrando una
piedra
– ¿Crees que podrás
dañarme así? –Dijo la voz, y en ese instante la piedra que Kytheris tenia
en la mano se convirtió en una serpiente de humo y la atacó.
Kytheris reaccionó lanzando un grito pero no pudo evitar que
la serpiente la mordiera en la mano y se desvaneció. A Kytheris le empezó a
escocer la mano, sentía como si le quemasen por dentro, y el dolor se iba
extendiendo poco a poco por su brazo.
La figura oscura de Kytheris apareció delante de ella.
–Ya no puedes hacer
nada, muy pronto su veneno te consumirá y yo tomare el control de tu cuerpo sin
vida.
Kytheris temblando por el pánico y el dolor empezó a correr
hacia las profundidades de la caverna. Se sentía débil y no veía nada. Tropezó
varias veces con rocas y se hizo varios cortes pero ya le daba igual, solo
quería huir y esconderse de aquel ser que poblaba sus pesadillas y que ahora se
había hecho corpóreo. Ya apenas sentía el brazo.
Corriendo llegó a una sala iluminada por todos lados por
aquellas extrañas plantas, aquella sala de la caverna era enorme y en ella
había un pequeño puente de piedra que llevaba a una plataforma también de
piedra. A los lados solo había un abismo en el que no se veía el fondo.
–Fin del camino–
Dijo la extraña figura apareciendo enfrente suya.
Kytheris se resigno, ya no tenia esperanzas de salir de
allí.
– ¿Sabes que? – Empezó a decir Kytheris con una sonrisa
amarga –Me he pasado toda mi vida huyendo de ti, desde aquel incidente has
estado en todas mis pesadillas, y ahora vuelves y me atormentas de esta forma.
Kytheris empezó a llorar
–Ya me he cansado, me he cansado de huir…– Dijo mientras las
lagrimas resbalaban por sus mejillas.
Kytheris empezó a andar hacia la figura
–No serás capaz ¡eres
una cobarde! –Dijo la figura con un tono diferente al tono de voz tranquilo
que tenia momentos antes.
–Ya no me importa… no hay esperanza para mi, pero si he de
caer…– Kytheris empezó a llorar más.
Kytheris comenzó a correr hacia ella, la figura oscura le
lanzo otra llamarada de fuego negro que impactó en el hombro de Kytheris pero a
ella ya no le importaba. Kytheris empujó con su cuerpo al ser y las dos cayeron
por el abismo.
– ¡Suéltame!
–Las dos somos una, dos caras de la misma moneda, si yo no
existo tu tampoco podrás existir, aquí moriremos las dos y no podrás hacer nada
para evitarlo, me he cansado de vivir con miedo.
La figura sonrió satisfecha.
–Por fin lo has
entendido…
Kytheris cayó al suelo con un golpe muy leve. Lo sintió frio
y ya no estaba el ser que la perseguía, pero seguía viva.
Sintió algo en su mano frio y alargado momentos antes de
desmayarse.
Socknier la vio aparecer de repente ante sus ojos y se lanzo
a por ella. Estaba inconsciente pero afortunadamente ilesa.
–Deberías salir de aquí– Dijo el espectro – Fuera os están
esperando.
Fuera se concentraban varios Nurgols enviados por la dama
oscura para detener a Socknier y a su amiga y llevarlos ante ella, pero no
podían pasar la puerta ya que no eran capaces de abrirla.
– ¿Como saldremos de aquí? – Socknier cargó a Kytheris.
–Yo puedo transportaros hasta la posada de Herna– Dijo el
espíritu –Debes encontrar las otras pruebas chico tu amiga y tú sois muy
importantes en estos tiempos.
– ¿Por qué nos ayudas? – Pregunto Socknier
–Porque es mí deber chico.
Después de decir eso Ardul hizo un gesto con la mano y Socknier y Kytheris se desvanecieron en el aire.
–Llega tarde señora oscura– Dijo el fantasma– Ya no están aquí
Una mujer vestida con ropas negras irrumpió entonces en la
sala con un grupo de Nurgols a su espalda.
–Dime donde los has mandado.
– ¿Qué le hace pensar que yo he tenido algo que ver con su
fuga?
–Dime donde han ido o…
– ¿O que? –Cortó el espectro –Yo ya no pertenezco a este
plano no puedes someterme como a cualquier otro mortal, tu magia no sirve
contra mi.
La mujer dio la vuelta y salió del templo sin mediar palabra
con una actitud aparentemente serena.
Kytheris estaba tumbada en la cama todavía inconsciente,
Socknier le había quitado el trozo cilíndrico de metal que llevaba momentos
antes en la mano y lo había metido en una mochila con otras cosas que
necesitaban.
Socknier iba de arriba abajo recogiendo cosas que pudiera
necesitar.
– ¿Que pasa chico? – Preguntaba Herna al verlo tan agitado–
Ni que hubieras visto un fantasma.
A Socknier le hizo gracia aquel comentario, no sabia su
amiga la razón que tenia pero aquel no era momento de risas.
–Nos buscan, hemos de partir, aquí no podemos estar…
– ¿Quién os busca?
–No estoy muy seguro– Contesto Socknier mientras seguía
revolviéndolo todo.
–Da igual chico no hace falta que me expliques nada
La enana apreciaba mucho a Socknier y le daba un poco de
pena que se fuera tan pronto pero debía ayudarle.
–Ten chico no es mucho pero te puede ayudar– Herna le tendió
una bolsa con unas pocas monedas de plata
–Y puedes llevarte a Esfi.
Esfi era una yegua joven que tenían en los establos y que al
parecer a Socknier le gustaba mucho.
–Muchas gracias amiga yo no…
–No digas nada, si de verdad os buscan es mejor que salgas
cuanto antes.
Socknier cogió a Kytheris y los dos morrales que había llenado
con ropa y comida, ensilló a Esfi y abrazó a Herna.
–No te olvidaré amiga
–Que tengas suerte amigo– Se despidió –Y cuida de la
muchacha
Socknier montó en la yegua con Kytheris aun inconsciente
sentada delante de él para poder sujetarla y salió al galope. En unos pocos
minutos ya estaba cruzando el puente helado mientras el sol se escondía y una
gran luna asomaba por el horizonte.
Herna se dirigió a su habitación y abrió un armario.
–Hola Vulkrim ¿me echabas de menos?
Un grupo de Nurgols echó abajo la puerta de la posada pero
solo encontraron a una enana limpiando la barra.
– ¿Donde esta la maga? – Dijo uno de ellos.
–Lo siento no nos quedan habitaciones.
–No juegues conmigo enana ¿Dónde esta la maga? – Dijo
lanzando una mesa por los aires.
–Se ha ido ya y esta lejos de aquí
Las criaturas desenvainaron las espadas. Herna salió
entonces de detrás de la barra portando una gran hacha igual de grande que ella
y lanzo un golpe contra el primero de los Nurgols que no pudo evitar que el hacha se hundiera en su
estomago.
Comentar no cuesta nada... Dejad vuestras opiniones e impresiones.
Escrito por: Sergio Iglesias Manibardo Todos los derechos reservados. Prohibida su distribución sin el consentimiento legal y por escrito del autor
Dedicado a BlanquitaDreamer que me ha estado dando mucho el coñazo para que terminase este capitulo antes ^^
Me ha encantado *^*
ResponderEliminarGracias por la dedicatoria^^
Jajaja de nada lo que sea por las fans xD Y nada esta historia no ha hecho mas que empezar
ResponderEliminarGuaaa esta muy interesante, me ha gustado un monton estoy super enganchada, a la espera del 4º capitulo :3
ResponderEliminar