Capítulo 3


                  La prueba de los cinco


Pasaron los días y Socknier trabajaba con ganas y con una energía que a Herna le parecía sorprendente.

– ¡Vaya chico! ¿Dónde has estado antes? – Le decía una y otra vez cada vez que veía que los clientes se iban de la taberna muy satisfechos, contagiados por el buen humor de Socknier.

Por otra parte Kytheris se había dedicado a estudiar los libros y tratados de magia que encontraba en la biblioteca. Era un gran edificio con varias cúpulas doradas que se volvían de un color anaranjado al atardecer; dentro del edificio había una gran sala con montones de escaleras de piedra por las pareces que permitían el acceso a las estanterías que recorrían todas las pareces hasta casi tocar el techo. Flotando en medio de la sala había un mapa estelar que flotaba por obra de la magia encima de la gran cantidad de mesas que había.

Kytheris había aprendido muchos hechizos sobre todo de curación y también había leído cosas sobre encantamiento de objetos, pero sobre todo había investigado sobre lo que le ocurrió a Socknier aquella noche en el bosque cuando fueron sorprendidos por el grupo de Nurgols. No halló nada. Le daba rabia que Socknier estuviese trabajando por los dos, para que pudiesen tener un sitio donde alojarse y también comprar algunas cosas que pudiesen necesitar para cuando fuesen a dejar la ciudad. Había hablado con él en varias ocasiones pero el siempre negaba con la cabeza,  le decía a Kytheris que no se preocupara y se dedicase a investigar sobre magia o lo que quisiera.

Socknier se tiró en la cama, ya había anochecido cuando acabó de trabajar y era bastante tarde, a pesar de que siempre él estaba lleno de energía, pero ese día en concreto había sido agotador. Habían entrado como tres docenas de aventureros que querían fiesta, el alcohol corría como el agua en un río y tuvo que lidiar con varios de ellos que estuvieron a punto de arrasar con media taberna, al final tuvo que echarlos a patadas. 

Herna le agradeció enormemente el haber defendido así su negocio y le dio el día siguiente libre, y lo iba a aprovechar; tenia pensado pasarlo con Kytheris, que desde que él estaba trabajando no tenia tiempo para estar con ella y hacía varios días que no hablaban largo y tendido dado que cuando su jornada acababa o bien la pillaba ya dormida o él mismo se quedaba dormido antes de que ella llegase.

Al cabo de unos minutos entró Kytheris por la puerta.

–Hola– Le dijo simplemente dejando unos libros encima de la mesa

–Vaya, pareces cansada ni que hubieses estado trabajando en una taberna– Dijo Socknier bromeando, pero también se le notaba un poco cansado.

Kytheris sonrió y se tiro en la cama al lado de Socknier.


– ¿Sabes que? Herna me ha dado el día de mañana libre– dijo Socknier incorporándose.
Kytheris dio un respingo y por poco se cae de la cama

– ¿¡En serio!? ¡Que bien! – Dijo con una sorprendente energía renovada– Vamos a pasar mañana el día juntos… porque si no…– Dijo Kytheris a Socknier amenazándole con usarlo para practicar hechizos.

–Vale, si te pones así… tendré que pasar el día contigo, que remedio…– Dijo tomándole el pelo
Se fueron a dormir para que así el día siguiente llegase antes.

Cuando Kytheris despertó estaba saliendo el sol y fue a preparar una pequeña mochila con cosas para su pequeña excursión. Le pidió algo de comida a Herna y agua. Quería subir a lo alto de la roca enorme que salía del mar a la que estaba anclada la ciudad, ver el paisaje y quizá quedarse a dormir allí al raso con Socknier, pero sabía que no podía ser ya que Socknier tenia que volver al trabajo al día siguiente.

Socknier despertó un rato después que Kytheris, esta vez no la encontró dormida como de costumbre a su lado. Se vistió y bajo a desayunar. Cuando llegó a la cocina encontró a Kytheris hablando animadamente con Herna, que se callaron rápidamente y disimularon como si no pasase nada al ver a Socknier.

–Buenos días– Dijo el rascándose el pelo.

–Vaya cara de muerto viviente traes chico– Le contestó Herna– ¿Estuvisteis ocupados anoche?

Kytheris se sonrojó, en cambio Socknier no había entendido el significado que daba el tono con el que dijo “ocupados”.

Socknier se sentó a acompañarlos pero Herna se levantó enseguida para ir a preparar la taberna.

– ¿A donde vamos a ir? – Preguntó Socknier

–Vamos a subir a lo alto de la roca, quiero ver el paisaje que hay desde allí arriba

– ¿¡Vamos a escalar esa roca tan grande!? – Dijo Socknier asustado, si hubiese sido más pequeña no le habría importado escalar, pero era gigantescamente alta, tan grande como una montaña. Era por eso a parte de la magia lo que sujetaba a la ciudad que ya tenía más de trescientos años y aun seguía ahí a pesar del fuerte oleaje.

–Que va– Dijo mientras daba un sorbo de su taza– Herna me ha dicho que por el otro lado de la isla hay unas escaleras que van rodeando la roca hasta arriba, aunque va a ser también muy cansado.

Socknier se empezó a temer que su día de descanso iba a ser de todo menos de descanso.

Cuando el sol apenas había salido todavía, ya estaban en el sitio donde Herna les había indicado que podían subir.

Allí no había más que una especie de portal de piedra con símbolos arcanos grabados en el friso, pero no se veía ninguna senda ni nada que se le pareciese.

– ¿Nos habrá tomado el pelo? – Pregunto Socknier mientras se acercaba a aquella especie de construcción de roca.

De pronto cuando Socknier pasó por debajo aparecieron frente a ellos una especie de escalones vaporosos que flotaban en el aire. Socknier vacilo por un momento pero intento apoyar el pie en el primer escalón y posó su pie en el con la misma estabilidad con la que se camina por tierra firme.

Lentamente empezaron a subir por aquellas escaleras que iban apareciendo conforme avanzaban rodeando la roca. A Socknier cada vez le parecían más normal ese tipo de cosas en aquella ciudad ya que había sido construida por magos.

Tardaron bastante tiempo en llegar a la cima. Cuando llegaron, el sol ya estaba en lo alto.
Allí arriba se podía ver toda la ciudad y como las olas chocaban contra ella. Sin embargo la cima de aquella roca estaba coronada por el enorme templo que vieron desde lejos. Aquella construcción parecía mucho más antigua que los edificios de Dinkheron. Era un edificio maravilloso labrado en roca que sin embargo no parecía la misma que la que se encontraba allí, las partes altas del edificio estaban decoradas con tallas en la misma piedra del edificio de hombres portando armaduras brillantes y grandes estandartes, y la entrada estaba presidida por dos grandes estatuas de dragones con las alas abiertas, uno a cada lado de esta.

–Es increible– Exclamó Kytheris– Que lastima que no podamos ver el interior

­– ¿No podemos?­–  Preguntó Socknier.

– No, Herna me dijo que este templo lleva aquí muchísimo tiempo, estaba aquí antes de que se construyera la ciudad pero jamás han conseguido abrir la puerta. Es una piedra muy resistente, me dijo que la intentaron tirar abajo hace tiempo mediante magia pero que no se sabe como los conjuros se desvanecieron al chocar contra la puerta sin hacerle ningún rasguño.

Socknier parecía un poco decepcionado, él también quería ver que maravillas había dentro de aquel edificio. Se acercó un poco más a la puerta para verla de cerca y vio que estaba decorada de una forma muy extraña. Había un pequeño círculo en aquella gigantesca puerta del que partían numerosas líneas que la recorrían entera.

Socknier instintivamente puso la mano en este circulo que al contacto con su piel empezó a brillar y enseguida haces  de luz empezaron a recorrer las líneas que salían de él. 

– ¿¡Qué has hecho!? – Exclamó Kytheris un tanto preocupada.

Antes de que Socknier pudiese articular palabra las puertas ya se estaban abriendo mostrando un largo pasillo iluminado por cristales que desprendían una suave luz verde y que estaban flotando a los lados.
Socknier y Kytheris se miraron un instante y movidos por la curiosidad entraron y empezaron a avanzar por el pasillo. Era un poco oscuro a pesar de los cristales que flotaban a un lado y a otro del corredor. 

Recorrieron aquel pasillo durante varios minutos hasta que por fin desembocó en una enorme sala. Las paredes y el suelo eran del mármol blanco más puro, aquí y allí había columnas plateadas y todo estaba decorado con motivos florales. La sala estaba muy iluminada pero no se veía rastro de ninguna fuente de luz  y el techo estaba cerrado por lo que del exterior no podía entrar.

– ¡Esto es increíble! ¿Cómo lo has hecho? – Exclamo Kytheris muy agitada.

–No lo se solo puse la mano en la puerta y… bueno ya lo vistes– Socknier un tanto confuso no sabia como explicarlo.

Siguieron recorriendo la enorme sala durante un rato admirando la decoración hasta que Kytheris vio un pedestal con una esfera de color azul helado en la que parecía que dentro nevaba. Hipnotizada por aquella esfera fue caminando poco a poco hacia ella hasta que estuvo a su lado.
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Socknier se volvió para avisar a la chica de que viese unos relieves que él  estaba admirando cuando un tremendo golpe de viento le sacudió y vio a Kytheris tocando una esfera de cristal de color azul.

– ¡Suéltala! – Le exclamo Socknier con miedo.

Tenia un mal presentimiento asique echó a correr hacia su amiga para tratar de arrebatarle aquella esfera pero al momento ella desapareció dejando tras de si unos cuantos copos de nieve que ahora mojaban el suelo en donde ella había estado de pie momentos antes.
                                                               
                                                                  ****

Mientras en el norte.

–Vaya Aletheia parece que alguien ha conseguido entrar en uno de los templos ¿no te preocupa?
Aquella voz sonó en la cabeza de la mujer aunque a ella no pareció importarle y habló en voz alta.

–No mi señor, es solo otro insecto que intenta aspirar a más.

Aquella mujer era alta de piel blanca y vestía con un vestido negro con símbolos rúnicos carmesí, aquellos símbolos mostraban que ella era una poderosa hechicera.

–Debería preocuparte, ya sabes que un simple mortal no seria capaz de abrir los templos… – Esta vez la voz sonó un tanto más amenazante.

–Lo tendré en cuenta– Dijo aquella mujer mientras seguía mirando por un gran ventanal que mostraba un paisaje oscuro y deprimente a penas sin vegetación cubierto de cenizas.

                                                                ****


Kytheris despertó tirada en la nieve, todo le daba vueltas y no sabía donde estaba. Hacia frío, intento conjurar una llama para calentarse, pero sus poderes no respondieron…

–Venga… ¡venga!– se repetía una y otra vez intentando con todas sus fuerzas invocar un fuego, pero no obtuvo nada.

Resignada decidió caminar en busca de refugio por aquel paraje nevado mientras una ventisca la envolvía. Apenas veía y la nieve le dificultaba la respiración. No recordaba que hacia allí solo recordaba una intensa luz y después de eso encontrarse allí tirada. También sentía que faltaba algo o alguien pero no conseguía recordarlo.

                                                                ****

Socknier intentaba llegar una y otra vez a la esfera que se había llevado a su amiga, pero cada vez que se acercaba la esfera brillaba y lo lanzaba hacia atrás. Socknier iba a volver a cargar con todas sus fuerzas pero escucho una voz detrás de él.

–Yo que tu desistiría, no se puede molestar a una aspirante mientras se somete a la prueba.
Socknier miro a su espalda y vio a una figura de aspecto humano, pero su cuerpo era vaporoso y casi transparente, flotaba varios palmos sobre el suelo.

–Soy Ardul, guardián de este templo…

– ¡Me da igual quien seas! – Cortó Socknier – ¿Dónde te has llevado a Kytheris?

–Tu amiga sigue aquí, en aquella esfera. Se esta sometiendo a una de las cinco pruebas que la convertirán en una maga poderosa.

– ¿En que consisten esas pruebas? – Pregunto Socknier un poco molesto.

– La naturaleza de las pruebas depende del mago en cuestión, no puedes hacer nada por ella ahora, solo esperar que supere la prueba… o perezca en el intento.

– ¿Quieres decir que puede morir?

–Es posible, aunque hace mucho tiempo que nadie se somete a una prueba.
El espectro se fijó en la guadaña de Socknier y entorno sus ojos, que solo eran dos luces de color blanco en unas cuencas vacías.

–Estas lejos de tu casa ¿verdad chico?

–No se de donde vengo pero no me importa, mi hogar ahora está aquí

–Tu viaje no ha hecho más que comenzar chico, pero tu llegada aquí no ha sido casualidad. Tengo un mensaje para ti  Espíritu veloz.

–Mi nombre es Socknier– Dijo de mala manera

El espíritu no le hizo caso, se deshizo en el aire, apareció frente a Socknier y le toco la frente con un dedo.
A Socknier le empezó a dar vueltas toda la sala hasta que la habitación en la que estaba desapareció de su vista y se hallaba envuelto en una oscuridad total. Delante de él empezaron a surgir una serie de símbolos extraños pero lo que le pareció  más curioso es que los entendía a la perfección: <<Cementerio de fuego>>.


                                                                     ****


Kytheris seguía andando por aquella estepa sin fin y la tormenta había empeorado. Siguió caminando a penas sin fuerzas cuando vio una silueta delante, parecía una persona y quiso correr hacia ella cuando de repente vio que algo de color violeta se iluminaba e instintivamente dio un salto hacia un lado a tiempo de esquivar una llamarada violácea.

<<Magia negra>> Pensó Kytheris, mientras temblaba de frío y miedo.

Odiaba la magia negra y le tenía un temor irracional. La figura volvió a lanzarle otra llamarada y Kytheris empezó a correr, le rozó la manga y se la chamusco un poco pero afortunadamente ella estaba ilesa. Aquella persona que quería dañarla la perseguía por aquella ventisca lanzándole una y otra vez bolas de fuego, Kytheris trato de contra atacar pero sus poderes no acudieron a su llamada. No entendía por qué aquel ser quería dañarla pero también sentía que era alguien conocido.

Querida amiga hace mucho que no me divierto déjame divertirme un rato contigo.

Aquella voz le pareció muy familiar a Kytheris, la tormenta amainó un poco y pudo ver claramente a aquella figura. Era ella, estaba viendo a una figura que era idéntica a ella, pero un poco distinta. Tenía la piel de color ceniza y los ojos de un tono rojo brillante que le erizaban la piel a Kytheris.

– ¿No me recuerdas? ¿Tan rápido te has olvidado de mí? Que pena con lo que nos divertimos aquella noche.

– ¡Vete! Fuera de mi vida no quiero que estés cerca de mí – grito Kytheris que echó a correr de nuevo.

Criatura ingenua soy parte de ti, si huyes de mi te perseguiré y no podrás esconderte, allá donde vayas yo también estaré.

Kytheris encontró una pequeña cueva en la que pudo refugiarse un momento y descansar. Estaba oscuro, aunque había unas extrañas plantas que brillaban con color verde intenso que permitía ver algo. Kytheris cogió una de estas plantas a fin de poder ver algo en la oscuridad y se dio cuenta de que había pinturas en la caverna. Eran muy antiguas, en ellas se veía como dos figuras, una blanca y otra negra luchaban, parecía una batalla intensa en la que no había ningún vencedor hasta que en una de las pinturas se veía como las dos figuras dejaban de pelear y se tendían la mano.

–Ella soy yo… es parte de mi– Dijo recordando lo que la figura le dijo momentos antes –No, me niego a tener relación con ese ser.

– ¿Todavía no lo has comprendido? Pobre criatura, morirá aquí sin saber que es lo que pasa

Kytheris se sobresaltó aquella voz había sonado muy cerca.

– ¡Déjate ver! – Grito Kytheris asustada agarrando una piedra

– ¿Crees que podrás dañarme así? –Dijo la voz, y en ese instante la piedra que Kytheris tenia en la mano se convirtió en una serpiente de humo y la atacó.

Kytheris reaccionó lanzando un grito pero no pudo evitar que la serpiente la mordiera en la mano y se desvaneció. A Kytheris le empezó a escocer la mano, sentía como si le quemasen por dentro, y el dolor se iba extendiendo poco a poco por su brazo.

La figura oscura de Kytheris apareció delante de ella.

Ya no puedes hacer nada, muy pronto su veneno te consumirá y yo tomare el control de tu cuerpo sin vida.

Kytheris temblando por el pánico y el dolor empezó a correr hacia las profundidades de la caverna. Se sentía débil y no veía nada. Tropezó varias veces con rocas y se hizo varios cortes pero ya le daba igual, solo quería huir y esconderse de aquel ser que poblaba sus pesadillas y que ahora se había hecho corpóreo. Ya apenas sentía el brazo.

Corriendo llegó a una sala iluminada por todos lados por aquellas extrañas plantas, aquella sala de la caverna era enorme y en ella había un pequeño puente de piedra que llevaba a una plataforma también de piedra. A los lados solo había un abismo en el que no se veía el fondo.

Fin del camino– Dijo la extraña figura apareciendo enfrente suya.

Kytheris se resigno, ya no tenia esperanzas de salir de allí.

– ¿Sabes que? – Empezó a decir Kytheris con una sonrisa amarga –Me he pasado toda mi vida huyendo de ti, desde aquel incidente has estado en todas mis pesadillas, y ahora vuelves y me atormentas de esta forma.
Kytheris empezó a llorar

–Ya me he cansado, me he cansado de huir…– Dijo mientras las lagrimas resbalaban por sus mejillas.
Kytheris empezó a andar hacia la figura

No serás capaz ¡eres una cobarde! –Dijo la figura con un tono diferente al tono de voz tranquilo que tenia momentos antes.

–Ya no me importa… no hay esperanza para mi, pero si he de caer…– Kytheris empezó a llorar más.
Kytheris comenzó a correr hacia ella, la figura oscura le lanzo otra llamarada de fuego negro que impactó en el hombro de Kytheris pero a ella ya no le importaba. Kytheris empujó con su cuerpo al ser y las dos cayeron por el abismo.

– ¡Suéltame!

–Las dos somos una, dos caras de la misma moneda, si yo no existo tu tampoco podrás existir, aquí moriremos las dos y no podrás hacer nada para evitarlo, me he cansado de vivir con miedo.
La figura sonrió satisfecha.

Por fin lo has entendido…

Kytheris cayó al suelo con un golpe muy leve. Lo sintió frio y ya no estaba el ser que la perseguía, pero seguía viva.

Sintió algo en su mano frio y alargado momentos antes de desmayarse.

Socknier la vio aparecer de repente ante sus ojos y se lanzo a por ella. Estaba inconsciente pero afortunadamente ilesa.

–Deberías salir de aquí– Dijo el espectro – Fuera os están esperando.

Fuera se concentraban varios Nurgols enviados por la dama oscura para detener a Socknier y a su amiga y llevarlos ante ella, pero no podían pasar la puerta ya que no eran capaces de abrirla.

– ¿Como saldremos de aquí? – Socknier cargó a Kytheris.

–Yo puedo transportaros hasta la posada de Herna– Dijo el espíritu –Debes encontrar las otras pruebas chico tu amiga y tú sois muy importantes en estos tiempos.

– ¿Por qué nos ayudas? – Pregunto Socknier

–Porque es mí deber chico.

Después de decir eso Ardul hizo un gesto con la mano y Socknier y Kytheris se desvanecieron en el aire.

–Llega tarde señora oscura– Dijo el fantasma– Ya no están aquí

Una mujer vestida con ropas negras irrumpió entonces en la sala con un grupo de Nurgols a su espalda.
–Dime donde los has mandado.

– ¿Qué le hace pensar que yo he tenido algo que ver con su fuga?

–Dime donde han ido o…

– ¿O que? –Cortó el espectro –Yo ya no pertenezco a este plano no puedes someterme como a cualquier otro mortal, tu magia no sirve contra mi.

La mujer dio la vuelta y salió del templo sin mediar palabra con una actitud aparentemente serena.


Kytheris estaba tumbada en la cama todavía inconsciente, Socknier le había quitado el trozo cilíndrico de metal que llevaba momentos antes en la mano y lo había metido en una mochila con otras cosas que necesitaban. 

Socknier iba de arriba abajo recogiendo cosas que pudiera necesitar.

– ¿Que pasa chico? – Preguntaba Herna al verlo tan agitado– Ni que hubieras visto un fantasma.
A Socknier le hizo gracia aquel comentario, no sabia su amiga la razón que tenia pero aquel no era momento de risas.

–Nos buscan, hemos de partir, aquí no podemos estar…

– ¿Quién os busca?

–No estoy muy seguro– Contesto Socknier mientras seguía revolviéndolo todo.

–Da igual chico no hace falta que me expliques nada

La enana apreciaba mucho a Socknier y le daba un poco de pena que se fuera tan pronto pero debía ayudarle.

–Ten chico no es mucho pero te puede ayudar– Herna le tendió una bolsa con unas pocas monedas de plata 

–Y puedes llevarte a Esfi.

Esfi era una yegua joven que tenían en los establos y que al parecer a Socknier le gustaba mucho.

–Muchas gracias amiga yo no…

–No digas nada, si de verdad os buscan es mejor que salgas cuanto antes.

Socknier cogió a Kytheris y los dos morrales que había llenado con ropa y comida, ensilló a Esfi y abrazó a Herna.

–No te olvidaré amiga

–Que tengas suerte amigo– Se despidió –Y cuida de la muchacha

Socknier montó en la yegua con Kytheris aun inconsciente sentada delante de él para poder sujetarla y salió al galope. En unos pocos minutos ya estaba cruzando el puente helado mientras el sol se escondía y una gran luna asomaba por el horizonte.

Herna se dirigió a su habitación y abrió un armario.

–Hola Vulkrim ¿me echabas de menos?

Un grupo de Nurgols echó abajo la puerta de la posada pero solo encontraron a una enana limpiando la barra.

– ¿Donde esta la maga? – Dijo uno de ellos.

–Lo siento no nos quedan habitaciones.

–No juegues conmigo enana ¿Dónde esta la maga? – Dijo lanzando una mesa por los aires.

–Se ha ido ya y esta lejos de aquí

Las criaturas desenvainaron las espadas. Herna salió entonces de detrás de la barra portando una gran hacha igual de grande que ella y lanzo un golpe contra el primero de los Nurgols que no pudo  evitar que el hacha se hundiera en su estomago.


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Escrito por: Sergio Iglesias Manibardo Todos los derechos reservados. Prohibida su distribución sin el consentimiento legal y por escrito del autor




Dedicado a BlanquitaDreamer que me ha estado dando mucho el coñazo para que terminase este capitulo antes ^^

3 comentarios:

  1. Me ha encantado *^*
    Gracias por la dedicatoria^^

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  2. Jajaja de nada lo que sea por las fans xD Y nada esta historia no ha hecho mas que empezar

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  3. Guaaa esta muy interesante, me ha gustado un monton estoy super enganchada, a la espera del 4º capitulo :3

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